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Tribulaciones postales

sábado, 26 septiembre 2009

Hace alrededor de un mes y medio que la zona de mi barrio en la que vivo no tiene servicio de reparto del correo ordinario. Según me contaron en la oficina de Correos, el cartero que tiene esta zona asignada se encuentra de baja y ni han envidado a nadie para sustituirlo ni el resto del personal puede hacer su trabajo.

El correoDe eso me enteré cuando ya llevábamos alrededor de tres semanas sin recibir ni una sola carta y pasé por la oficina para recoger el bombillo de bajo consumo que regala el IDAE con la factura de la luz. Aproveché para preguntar qué ocurría con el reparto y, de paso, regresé a casa con un buen puñado de cartas. Las acumuladas en esas tres semanas.

Porque esa es la solución que nos daban –y nos siguen dando– a quienes nos habíamos acercado hasta allí. Que, cada vez que queramos saber si tenemos correspondencia, nos desplacemos unos dos kilómetros y medio –la distancia que hay entre donde vivo y Correos–, en horario de 8:00 a 10:00 y de 13:00 a 14:00, y preguntemos por el correo dirigido a nuestra dirección.

Y esa es otra, porque basta con darles el nombre de tu calle y el número de tu vivienda, que ni te van a pedir el DNI para comprobar que efectivamente vives en la casa cuya correspondencia estás pidiendo. ¡Qué más dará que el artículo 18.3 de la Constitución garantice el secreto de las comunicaciones si lo único que recibimos por correo es propaganda, facturas y cartas del banco!

Reconozco que ninguno de los carteros tiene la culpa de que su compañero esté de baja ni de que no hayan enviado a nadie para sustituirle –debe ser que con la crisis el Estado no tiene dinero para pagarle, aunque suba los impuestos– y que, probablemente, hacen todo lo que pueden por atender a quienes se acercan hasta la cartería a recoger su correo, pero, al menos, podrían preocuparse por comprobar que quien pide la correspondencia de una dirección efectivamente vive en ella.

Por cierto, ayer volví a ir a recoger el correo y, como quien no quiere la cosa, me dejaron caer que la situación va para largo porque ahora el jefe también está de baja. Lo único que se me ocurrió hacer fue presentar una queja. Posiblemente no solucionará nada, pero sirve de desahogo.

Si todos hiciéramos lo mismo, quizá otro gallo nos cantaba.

[Fotografía de cohdra/Morguefile]

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2 comentarios leave one →
  1. eowyn permalink
    domingo, 27 septiembre 2009 12:53 pm

    Llevo más de un año en mi nuevo piso y el cartero repate 2 veces al mes (con suerte) y cuando se va de vacaciones nadie lo sustituye… ni quejas ni nada, hablan de porcentajes de habitantes por zona y de el/los cartero/s q les corresponden y punto… una vergüenza!

  2. martes, 29 septiembre 2009 12:31 am

    ¿donde dices que falta? …es pa dejar mi CV..je,je.. a ver si cuela, ¡que estoy en paroooooo!

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