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La que cayó

martes, 17 noviembre 2009

Llevo cuatro horas sin portátil (estoy escribiendo desde el PC de mi padre y no me amaño con el teclado de lo duro que es). Llevaba un tiempo calentándose algo más de la cuenta, por lo que llamé al servicio técnico y me dijeron que, después de casi cuatro años de uso, es más que probable que tenga los conductos de ventilación algo obstruidos. Así que esta tarde lo llevé a que le hagan una limpieza a fondo o, como dijo un habitual de este blog, «a que lo despelusen».

Tal y como estaba el tiempo, después de las inundaciones de ayer en Tenerife y la tromba que cayó esta mañana en Las Palmas de Gran Canaria, no me apetecía mucho salir de casa. Pero como en Arucas apenas había llovido, la alerta por lluvias había finalizado a las cuatro de la tarde y, además, había quedado con este amigo –D’Hubert– para tomar algo después de dejar el ordenador, opté por salir de casa. Además, en ese momento no sólo no llovía, sino que el cielo estaba parcialmente despejado.

Sin embargo, unos quince kilómetros después, cuando llegaba a la entrada de Las Palmas de Gran Canaria por el norte, a la altura del puente colgante del Rincón, de repente, se hizo de noche y empezó a llover. Cuando tomé la salida hacia el Hospital Doctor Negrín y la Circunvalación, lo que caía era ya un diluvio. Cuando llegue a la rotonda de La Minilla, apenas un centenar de metros más arriba, además de casi no ver nada a través de la cortina de agua, ésta era una auténtica piscina, gracias al río que bajaba por la avenida Juan Carlos I.

Llegué a mi destino, casi a ciegas y a 20 kilómetros por hora, todo el trayecto en segunda, por unas calles que arrastraban un caudal de varios centímetros de altura. Limpié el vaho que, pese a tener el ventilador a toda potencia, insistía en colonizar el parabrisas, dificultándome aún más la visión, recogí a D’Hubert y a Eowyn que, recién llegada del dentista y sorprendida en la carretera por el mismo diluvio, decidió unirse a nosotros y, con algunas secuencias de 2012 en nuestra memoria, me volví a lanzar al río.

Cuando llegamos al servicio técnico, apenas diez minutos después, ya casi había dejado de llover. Cuando salimos, aún chispaba un poco y rayos y relámpagos seguían iluminando el cielo de vez en cuando. Hora y media más tarde, ya en Arucas, cientos de estrellas titilaban en un cielo casi despejado. Como si no hubiera pasado nada.

La tormenta no duró mucho más de un cuarto de hora y, de haber sucedido en Madrid, seguramente no estaría escribiendo sobre ella. Allí asistí a lluvias, si no más intensas, sí mucho más dilatadas en el tiempo, pero, sus consecuencias no solían ir más allá de acabar empapado si te cogían en plena calle. Aquí, en cambio, cada vez que cae una de estas mini trombas –porque no llegan a ser verdaderas trombas–, las alcantarillas se anegan, caen un par de muros y se colapsa el tráfico en media ciudad.

Aquí casi nunca llueve –al menos de esta forma– y sabemos lo que pasa cuando ocurre. Sin embargo, parece que no aprendemos. Quizá por eso, en las islas, las tormentas siempre son noticia de portada.

[La imagen del rayo sobre Las Palmas de Gran Canaria, de Carlos DPA, la encontré en la galería de La Provincia.es]

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6 comentarios leave one →
  1. eowyn permalink
    miércoles, 18 noviembre 2009 8:37 am

    Es que los rayos que caían ayer sobre el mar te ponían los pelos de punta… parecía una peli de terror!
    Ruymán… pq me vuelves a nombrar 2012? kieres continuar con la «discusión»? 🙂 jeje

  2. miércoles, 18 noviembre 2009 1:04 pm

    Creo que quién, refiriéndose a la tormenta, dijo que así empezó 2012, no fui precisamente yo… 😛

  3. teniente d'hubert permalink
    miércoles, 18 noviembre 2009 3:03 pm

    Y nada mejor que unos churros con chocolate para una tarde como la de ayer…

  4. miércoles, 18 noviembre 2009 7:58 pm

    hey saludos ruyman, dando una vueltita por bitacoras he visto tu blog, soy un chicharerro que todavia se esta sacudiendo el agua de ayer, muy buena tu pagina.

  5. jueves, 19 noviembre 2009 1:52 am

    Gracias, @Carlos. Espero que la próxima vez no se mojen tanto. 😉

  6. pilarcho permalink
    sábado, 21 noviembre 2009 7:56 am

    Resulta extremadamente reveladora la información que se publica en éste artículo de opinión del diario Canarias Ahora.Prohibido llover. JUAN GARCÍA LUJÁN.
    Una vez leído se entiende que no exista voluntad para exigir a EMALSA que cumpla con sus obligaciones.

    http://www.canariasahora.es/opinion/5130/

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