Propósitos de fin de año

Hace tres días, me comprometí –en la entrada inmediatamente anterior a ésta– a devolver la normalidad a esta bitácora, tan pronto como regresara a Gran Canaria. Ahora que vuelvo a poder hacer uso de mi ordenador –lo tenía en el servicio técnico y no pude recogerlo hasta la última hora de la tarde de ayer–, no sólo me ratifico en ese compromiso, sino que, además, voy a lanzar mis propósitos para el final de este año.

Cada año, cuando el reloj se acerca a la medianoche del 31 de diciembre, solemos plantearnos qué nos gustaría cambiar en nuestras vidas en el año nuevo que está a punto de comenzar y, en consecuencia, elaboramos una lista de buenos propósitos –practicar más deporte, adelgazar, dedicar más tiempo a leer, pasar menos horas ante el ordenador, salir más con los amigos…–, compromisos personales que tardaremos muy poco en romper.

Por eso, y en vista de que este 2009 que ya agoniza no ha sido uno de los mejores años de mi vida, he decidido plantearme una serie de propósitos de fin de año. Esto es, una lista de cosas que quiero hacer durante los próximos 31 días para dar un buen final a un año que no lo ha sido tanto.

La mayor parte de estos propósitos son de índole personal y tienen que ver con el hecho de que, como ya conté hace unas semanas, iniciaré 2010 regresando a Madrid para embarcarme en una nueva e interesante aventura profesional.

Sin embargo, uno de ellos sí que tiene mucho que ver con esta bitácora, ya que mi compromiso con este blog consiste en intentar escribir, al menos, una entrada diaria hasta final de año. Como siempre, mis principales enemigos serán la escasez de tiempo y la preocupante tendencia a la procrastinación que me ha acompañado durante los últimos meses –aunque parece que ya comienza a abandonarme–, porque de temas sobre los que escribir tengo bien surtida la nevera.

Así que comienzo este último mes del año renovando el compromiso de intentar recuperar la normalidad perdida durante casi todo 2009, justo el mismo día que Europa celebra con una fiesta la entrada en vigor del Tratado de Lisboa y el mundo recuerda, con un día internacional, que el sida sigue matando a miles de personas. Mañana, quizá, ambas noticias ya se habrán olvidado. Yo, en cambio, seguiré escribiendo.

No es más que mi propósito de fin de año.