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Jugar con los sentimientos

domingo, 13 junio 2010

Esta mañana recibí un correo electrónico que podría calificarse de muy efectivo. Pretende revolver las tripas de sus destinatarios y, al menos conmigo, lo consiguió. Claro que su principal objetivo es que, precisamente porque te encoge las entrañas, lo reenvíes a cuanta más gente mejor. En mi caso, lo único que logró fue ponerme de bastante mala leche.

El mensaje, que, por cierto, recibía por cuarta o quinta vez, es uno de esos dramáticos llamamientos de una madre desesperada que, de vez en cuando, llegan hasta nuestras bandejas de entrada apelando a nuestra solidaridad. Porque habría que ser un desalmado para no inmutarse cuando una madre te cuenta que su hija de diez meses sufre una enfermedad terminal –un cáncer cerebral en este caso– y que su único recurso para poder costear el caro tratamiento que la salvaría es conseguir que su mensaje, ese mensaje que acabas de recibir, circule por la red, ya que cobrará un dólar por cada tres copias que sean reenviadas.

Si, encima, su carta viene acompañada por varias fotos del presunto un bebé enfermo –que, por motivos obvios, no voy a reproducir– en las que se ven distintas partes de su cuerpo cubiertas de eccemas, es imposible resistirse a pulsar el botón de reenviar. Pues no. Sí es posible resistirse. Porque ésta, como tantas otras historias similares que llevan años dando vueltas por la Red, son simple y llanamente mentira.

Parémonos a pensar sólo un minuto en algunas de las evidentes contradicciones en que incurre el mensaje. Si la niña tiene diez meses, por qué no aparenta más de seis en las fotos. Si lo que padece es un cáncer cerebral, por qué presenta llagas y eccemas en gran parte de su cuerpo. No soy médico, pero apostaría que esas heridas no son síntomas de esa enfermedad.

Y todo eso sin entrar a valorar por qué no hay ningún dato personal o temporal que permita situar esa historia en un país y un momento concreto. Porque en muchos sitios la asistencia sanitaria es universal. Primero se cura y luego ya veremos cómo se paga si es que, efectivamente, hay que pagarla. Por otra parte, si la enfermedad se encuentra en fase terminal, es imposible que exista un tratamiento que pueda salvarla.

Pero, lo más importante, ¿quién va a ser tan cruel como para exigir a unos padres desesperados que cumplan una serie de requisitos antes de ayudarlos a salvar a su hijo? Nadie. Quien quiere ayudar de forma altruista, lo hace. No se dedica a imponer condiciones para decidir si merecen su ayuda.

Aquí –por suerte– no hay ninguna niña a punto de morir a causa de una grave enfermedad. Aquí –por desgracia– lo que hay es una mafia que se dedica a traficar con las direcciones de los ingenuos que, conmovidos por los dramas que cuentan éste y otros muchos correos que llevan años circulando por Internet, reenvían esos mensajes creyendo que ayudan a unos pobres padres desesperados, cuando lo que hacen es servir la dirección de su cuenta de correo electrónico en bandeja de plata a los traficantes de spam, que juegan con sus buenos sentimientos.

Abusan de la buena voluntad de los internautas, apelando a supuestas enfermedades o a desesperadas demandas de ayuda ante presuntas desapariciones o secuestros de menores, con el único objetivo de hacer negocio a costa de los ingenuos que, movidos por la compasión –o de los escépticos que, pensando en lo mal que se sentirían si es verdad y no hacen nada– pican en su anzuelo y reenvían el mensaje.

Lo que estos estafadores hacen no tiene nombre. O sí. Pero todos los que se me ocurren son demasiado fuertes como para escribirlos aquí.

Pd: Acabo de recibir el enésimo correo que dice que Hotmail va a empezar a cobrar por su uso en breve, ya que el sistema está sobrecargado. Pero si reenvío el correo a todos mis contactos, seguirá siendo gratuito. En caso contrario, me borrarán la cuenta (y yo que pensaba que lo que harían sería cobrarme). Lo irónico, al margen de la contradicción y la mala traducción automática, es que me ha llegado a una dirección de Gmail. En fin, imagino que ya saben adónde lo he enviado. A la papelera, efectivamente.

[Fotografía de alvimann/Morguefile]

2 comentarios leave one →
  1. Noelia permalink
    lunes, 14 junio 2010 11:33 pm

    Hola, hace poco di con tu blog este post me parece muy interesante. No había caído en que detrás de esos mensajes tan desagradables hubiese traficantes que lo que quieren es inundarnos con sus mensajes spam. Probablemente también así sea, la cosa es que también esto se está llevando a las redes sociales. La cosa es intuir cuando se trata de un mensaje de este tipo, porque como dices lo único que consiguen es sacarnos los humos.
    Saludos, de una canaria

  2. lunes, 14 junio 2010 11:53 pm

    @Noelia, me alegro de que esta entrada te haya hecho pensar en ese tipo de cosas que muchas veces nos pasan desapercibidas. En el fondo, se trata de eso. Un saludo y espero volver a verte por aquí.

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