Vuelo a Granada
Mientras esperaba que la página del editor en el que estoy tecleando esta entrada cargase, me he dado cuenta de que hace unos días que vivo en una curiosa paradoja. En las últimas semanas estoy escribiendo –globalmente– mucho más que en mucho tiempo, pero apenas lo hago aquí. Y, para ahondar en esa paradoja, la finalidad de este texto no es hacer el enésimo propósito de enmienda y decir que espero recuperar el ritmo de publicación que hasta hace unos meses resgistraba esta bitácora. Su objetivo es justamente el contrario.
Porque, en el momento en el que este texto vea la luz, espero estar a punto de despegar –si no lo he hecho ya– rumbo a Granada, después de, por primera vez en muchos años, haber tomado el mítico vuelo de las 2:55 –que ahora resulta que es a las 3:15– que une Gran Canaria con Madrid.
Vuelo a Granada para asistir a la novena edición de las Jornadas de Blogs y Medios de Comunicación, que organiza la Asociación de Profesionales de la Información Digital de Andalucía, bajo la dirección de Javier F. Barrera y J. J. Merelo y que comenzarán mañana.
El programa tiene una pinta estupenda, con lo que además de reencontrarme con muchas caras conocidas y otras que no he visto nunca, espero continuar aprendiendo. Pero antes, pienso dedicar gran parte del día de hoy a visitar la Alhambra. Porque, eso sí, todo el mundo coincide en señalar que visitar Granada y no ir a la Alhambra debería ser delito.
Así que si no me vuelven a ver por aquí en unos días, ya saben que no tienen de qué preocuparse. Sigo escribiendo, sólo que en otros sitios.
Ahora, como en los viejos tiempos, les dejo con una de las muchas canciones que nos hablan de la emoción de llegar a esta histórica ciudad. Mientras tanto, intentaré dormir un rato.
Miguel Ríos, Vuelvo a Granada, 1968.