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Un EBE más social

viernes, 16 noviembre 2012

Hace justo dos semanas comenzaba la séptima edición de Evento Blog España, una cita que, tras un escarceo con el Pabellón del Futuro de la Cartuja, en 2012 retornaba a sus orígenes, aunque sólo físicos, ya que en lo conceptual parece que para EBE los blogs sí que han muerto o, en su defecto, ya no son lo prioritario.

Este año el EBE volvió al Hotel Barceló Renacimiento, un escenario mucho más «recogidito», cómodo y acogedor que el del año anterior, sobre todo si llueve. Pero aquí es donde acaban las similitudes con el Evento Blog que conocí en 2010. Porque, tras la transición anunciada doce meses atrás –Evento Blog deja de ser Evento Blog para ser, simplemente, EBE–, en 2012 asistimos al nacimiento de nuevos espacios, un concepto de organización de contenidos por colores y ninguna referencia explícita a los blogs en su programa, si exceptuamos un taller sobre WordPress.com y la agridulce charla sobre el blog sociable, a la que ya me referiré más adelante.

Con independencia de los aciertos o errores de esta nueva filosofía, está claro que en 2012 hemos asistido a un evento más social que nunca. No sólo porque su repercusión en las redes sociales fuera brutal, sino porque gran parte de su contenido hacía referencia a esa dimensión social de la red.

Ademas, año tras año el escaso nivel de las charlas, debates y talleres, su falta de profundidad, sigue marcando –y mucho– el programa de todo el fin de semana. Por lo que he podido comprobar, esto es algo que llama mucho la atención de los asistentes primerizos, tal y como me ocurrió dos años atrás. Pero es que EBE es básico. En un evento diseñado para más de 2.000 asistentes (aunque nunca coincidan todos a la vez, ni siquiera en el momento de la foto de familia), procedentes de muy diversos ámbitos es casi imposible profundizar.

Pero eso no es necesariamente malo, ya que la aparente superficialidad de muchas de las mesas y ponencias te evita sufrir remordimientos por estar perdiéndote una charla a la que tenías pensado asistir, pero te has visto atrapado en una interesantísima charla de sobremesa acerca del futuro de los periodistas y los micromedios con gente que, al igual que tú, está explorando esa vía y cuya experiencia te está, probablemente, aportando mucho más que cualquier conferencia de EBE. Porque eso también es parte –y muy importante– de EBE.

Aún así, en esta tercera edición, quedé muy sorprendido por algunas de las intervenciones programadas. Sobre todo el Debate sobre Política europea en 140 caracteres. Fue casi lo mejor del fin de semana, con ovaciones incluidas al moderador, Toni Garrido, sólo por cumplir con su deber de periodista: hacer las preguntas adecuadas aunque eso incomode al entrevistado que llegó a tachar de «antisistema» a todos los que aplaudieron ese tipo de intervenciones.

Un debate no es proponer un tema y que todos, ponentes, moderador y asistentes, piensen lo mismo. Un debate es un espacio para intercambiar ideas, reconocer que hay cosas en las que los otros pueden tener razón y nosotros no y llegar a puntos de acuerdos. Y acatando las normas de cortesía, salirse del «correctismo político» imperante sin perder la sensatez no es ser antisistema. Es, simplemente, discrepar. Lo contrario del pensamiento único.

Otras, como el taller de Clara Ávila sobre Facebook desbordaron todas las previsiones. En cuanto a contenido no fue especialmente novedosa (aunque en ella me enteré de que Facebook prohíbe que el ganador de un concurso se determine por el número de «me gusta» o comentarios que obtenga su publicación), sí que sirvió para refrescar qué es lo que se debe y no se debe hacer en esta plataforma. Y lo que se hace.

Lo que si hubo este año en Sevilla fue mucho activismo social a través de la red –la entrevista de Juanlu Sánchez al responsable de The Guardian Global Development, o la mesa Redes Sociales y movilización son sólo dos ejemplos–, lo que está muy bien y demuestra un compromiso de los internautas, aunque en otra mesa, la dedicada el domingo a debatir cómo contribuyen a cambiar el mundo a través de las ONGs las plataformas de activisimo online –mira que se las trae el titulito–, una simple encuesta a mano alzada demostrara que los ciberactivistas son los mismos que también actúan en el mundo llamémoslo real.

La Sala Azul de EBE 12, el viernes, vista desde arriba.

Otra intervención a priori entretenida e interesante era la de Wicho y Emilio Márquez, los «abuelos cebolletas» que venían a repasar la historia de Internet. Y lo fue, aunque personalmente me resultó un tanto decepcionante, a pesar de que, como en cada EBE hay que matar algo, en esta ocasión Wicho decidiera que la víctima tenía que ser el RSS. Y puede que, ahora que los agregadores de feds viven horas bajas y Twitter, su presunto heredero, ha decidido eliminar la fuente RSS de sus cuentas, razón no le falte. Porque matar algún servicio o elemento de Internet también es EBE.

Debo confesar que tenía algo de miedo a la clausura, una ponencia titulada «Derecho a la ofensa» que iba a correr a cargo de José Antonio Pérez. He tenido la suerte de ver a Mi mesa cojea en otros eventos y cabía esperar cualquier cosa. Hasta un monólogo humorístico insustancial. Sin embargo, acabé bastante sorprendido con la seriedad con la que Pérez abordó este tema, sin que por ello dejáramos de reír durante la hora que aproximadamente estuvo en el escenario haciendo un repaso por los límites del derecho a la libertad de información, desde las caricaturas de Mahoma hasta los cortijos privados y manipuladores en que se han convertido las televisiones públicas en España, pasando por la crisis de medios como El País o la dudosa ética de El Huffington Post a la hora de (no) remunerar a sus colaboradores.

Es cierto que no fue la clase magistral –y que tantas críticas despertó por la supuesta dificultad para entenderla– con la que nos deleitó Alejandro Piscitelli en 2010. O el provocador discurso de Pablo Arrieta del pasado año. Pero se le pareció mucho.

EBE es eso. Un evento desigual, cuyas luces y sombras están siendo criticadas a partes iguales cuando su eco apenas se ha acabado. Que es capaz de generar más de 102 millones de impresiones de la etiqueta #EBE12 en Twitter en una semana, según datos de Pirendo difundidos por la organización. Una ocasión para ir a Sevilla una vez al año a (re)encontrarte con cientos de personas que viven la red tan intensamente como tú, con la excusa de asistir a unas charlas que se perderán a poco que encuentren a alguien con quien mantener una conversación estimulante en cualquier bar de tapas de la Alameda de Hércules.

Porque, al fin y al cabo, eso es EBE. La cita que cada año demuestra por qué la Red es social. Y, por eso, yo voy. Aunque ya no hable de blogs y me inscriba cuando aún no han desvelado el programa. Porque el programa no importa. Es básico. Y una mera excusa.

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