Gracias por elegirnos (Los Secretos en concierto)

Apellidos como Vega y Urquijo están desde hace tiempo indisolublemente ligados a la historia del pop español. Por eso, casi todos los que el pasado sábado abarrotábamos la Carpa Dorada en Vivo en Las Palmas de Gran Canaria sabíamos que los miembros de Los Secretos –tal y como habían hecho dos días antes en Tenerife– no iban a dejar escapar la oportunidad de volver a rendir su mejor homenaje al recientemente desaparecido Antonio Vega junto con su Chica de ayer.

Vista general del escenario.

Pero antes de que eso ocurriera, ya habíamos tenido tiempo de disfrutar de casi una hora de concierto de La Perra de Pavlov, un joven grupo local que actuó como telonero y cuyos temas no sonaban nada mal, por lo que desde el principio supieron enganchar con un público que todavía seguía entrando en la carpa.

Y, precisamente, la carpa es uno de los grandes aciertos de los conciertos Dorada en Vivo, ya que –como muy bien apuntó Eowyn– permite disfrutar del concierto olvidándote del frío o la lluvia, a la vez que convierte el espectáculo en un espacio sin humos de cualquier clase.

Otra de las iniciativas que también nos resultó bastante novedosa, a la vez que socialmente responsable, consistía en que, al enseñar la llave del coche en una de las barras que había en el recinto, te invitaban a una cerveza sin alcohol. Quienes no tuvieran que conducir podían canjear su entrada por una caña y por cada tres vasos vacíos que presentaran, regalaban una camiseta de la gira Dorada en Vivo 2009.

Pero, volviendo al concierto, que es lo que realmente interesa, poco antes de las once de la noche, con una puntualidad casi británica, Álvaro Urquijo y compañía, es decir, Los Secretos, irrumpían con fuerza en el escenario. A pesar de que acaban de celebrar 30 años sobre los escenarios, la intensidad que mostraron durante toda la actuación no tiene nada que envidiar a la de cualquier grupo formado por veinteañeros de hoy. Es más, posiblemente la superen.

Un momento de la intensa actuación.

Esa intensidad se contagió rápidamente a un público que ya llenaba la carpa y que no cesó de corear todas y cada una de las canciones que integraron este último concierto de la gira de invierno de los madrileños, como se encargó de recordar Álvaro Urquijo, quien se pasó toda la noche bromeando con el público, a quien encomendó que saludara a su familia de Canarias, porque no había tenido tiempo de visitarla.

Ramón Arroyo, Jesús Redondo, Juanjo Ramos y Santi Fernández, actuales componentes de la formación, tampoco se libraron de sus burlas y, de hecho, protagonizaron algunos de los momentos más divertidos de la noche, con un intercambio de instrumentos y roles en el grupo incluidos.

En lo que respecta a las canciones, no faltaron temas como A tu lado, Gracias por elegirme, Y no amanece, La calle del olvido o Agárrate a mí María. Sin embargo, creo que no me equivoco si digo que los momentos más intensos y emotivos de la noche se vivieron, exceptuando el recuerdo a Antonio Vega, cuando sonaron los acordes de Déjame –su «último éxito pero al revés», según Urquijo–, Por el bulevar de los sueños rotos –cuya historia desconocía– y Ojos de Gata.

La sensación con la que el público, en el que había muchas más personas de menos de 35 años de las que cabría esperar, abandonó el recinto del concierto es la de que a pesar de llevar tres décadas sobre los escenarios, Los Secretos tienen cuerda para rato. Prueba de ello es que empezarán su gira de verano antes de finalizar mayo. Quizá por ello, aunque quedaron muy satisfechos, el espectáculo les supo a poco.

Como suele ocurrir con los buenos momentos, por otra parte.

A modo de propinas, les dejo un enlace con fotos del concierto y un vídeo, gentileza del teniente D’Hubert, con el que para mí fue uno de los mejores momentos de la noche.