Neblina
Poco tiempo después de comenzar a escribir este blog, contaba lo que le ocurría a la Montaña de Arucas –el municipio que me vio nacer, como muy bien sabrán ya a estas alturas– cada vez que las nubes bajas transportadas por el alisio quedaban atrapadas en la cara norte de la isla, en lo que constituye un fenómeno más o menos frecuente. Sin embargo, lo que no es tan habitual es que el municipio entero se vea envuelto por la neblina.
Porque, precisamente, eso fue lo que ocurrió este mediodía, cuando mi estación Oregon Scientific marcaba 20º –unos ocho menos que ayer– y la humedad ambiental, dentro de la vivienda, rozaba el 80 por ciento. Al mirar por la ventana y descubrir que no podía ver lo que había más allá de la iglesia de mi barrio, se me ocurrió que tenía que subir a la azotea y compartir esa estampa tan poco frecuente por estas latitudes.
Para que puedan comparar, además del vídeo que grabé hoy, les enlazo otros dos que, en su momento, utilicé para ilustrar otras tantas entradas. Por cierto, a diferencia de lo que se observa al final de la grabación, ahora no sólo no llueve, sino que el cielo está completamente despejado y la humedad relativa ha descendido al 70%.
No, si al final iba a tener razón cuando dije que este otoño el tiempo parece haberse vuelto bipolar.