Cuatro años en clave de blog

Hoy se cumplen cuatro años desde que publiqué la primera entrada de esta bitácora, sin tener muy claro cuánto tiempo sería capaz de mantenerla viva sin cansarme de ella. Con solo cuatro años de vida, cuando en España hay ya muchos blogs que ya se acercan a la década –si no la superan–, no puedo decir que Un canario en Madrid sea un veterano de la blogosfera, pero sí que está más que consolidado.

De la misma forma, considero que con 1.100 entradas a mis espaldas (esta que leen hace ese número redondo) en esta bitácora, no soy tamopco un novato de la blogosfera. Hace justo dos años, Millaquito me animaba a seguir pensando «en clave de blog», es decir, a mirar la realidad con la óptica de que es posible sacar una entrada de casi cualquier cosa, algo que intento hacer y compartir cada día.

Si 2010 fue el de mi regreso a Madrid, este año, en cambio, coincide con un retorno –confiemos en que sea temporal– a Canarias. Sin embargo, resida donde resida, habrá Un canario en Madrid para rato, porque pienso dejarme caer muchas veces por allí, mientras siga en Gran Canaria. Y, además, aún me quedan muchas cosas por contar.

Porque, gracias al mundo de los blogs y la comunicación he tenido la oportunidad de conocer –virtual y personalmente– a muchísimas personas. Estos últimos doce meses, con eventos y encuentros como InterQué o el EBE, pasando por la fiesta de cumpleaños de Blogpocket, iRedes o, incluso, la colaboración con Café&Periodismo, han sido de los más gratificantes en este sentido. Solo por eso merece la pena las horas que dedico a esta bitácora, en lugar de a escribir mi novela.

Y, como cada año, termino dando las gracias a todos –sean muchos o pocos– los que se acercan hasta aquí o siguen esta bitácora a través de sus agregadores. Me encanta escribir, pero mentiría si dijera que no me gusta que lean y opinen sobre lo que escribo. Y en eso seguiremos, porque aunque uno no sea muy taurino –de hecho, en Canarias las corridas están prohibidas desde 1991– habrá que hacer bueno eso de que no hay quinto malo.

Así que, al igual que en estos cuatro primeros años, a eso vamos. Al toro.

[Fotografía de Schmitee/Morguefile]