Con mis padres en casa
Este fin de semana tengo visita en casa. Es una de las ventajas e inconvenientes de vivir solo: que si tus padres quieren venir a verte, no puedes poner como excusa a tus compañeros de piso. La ventaja es que si tú quieres que vengan, ellos no pueden negarse esgrimiendo esa circunstancia
Tengo que decir, no obstante, que esta visita sí que era querida por mi, ya que vienen, principalmente, a llenarme el congelador de comida casera. No se trata de que no sepa cocinar, que me voy defendiendo cada vez mejor, sino de que, como la comida de Mamá (y Papá, en mi caso), no hay otra.
Así que desde ayer, la cocina de mi piso se ha convertido en un auténtico campo de batalla, llena de calderos al fuego y fiambreras de plástico con una ración de potajes, carnes en salsa o ropa vieja, amenazando con reventar los atestados cajones del congelador.
Creo que ya están a punto de acabar. No porque no quieran hacer más, sino porque el congelador está repleto. Mejor, así mañana podrán aprovechar el día para pasear por un Madrid totalmente vestido de primavera, antes de volver, el lunes, a Gran Canaria y yo me recupere de un intenso fin de semana con mis padres, de visita en mi casa.