De libros y amigos
Circula por ahí un refrán bastante conocido entre los aficionados a la Literatura que dice algo así como que quien presta un libro, pierde el libro y pierde al amigo.
Aunque suelo llevar su enseñanza a rajatabla, hace un par de meses, le presté un libro a una amiga. De momento, y aunque nos vemos con mucha menos frecuencia de la que venía siendo habitual –por culpa de mis obligaciones laborales, aclaro– sigo conservando a esa amiga, así que, en cierto modo, quiero pensar que todavía no he perdido el libro.
De repente, me muero por releerlo.