De visita en el teatro
Lo primero que hice al llegar a Gran Canaria el pasado domingo, incluso antes de pasar por casa, fue irme para el Teatro Pérez Galdós, porque, tras ser inaugurado el día 14, para esta semana habían organizado unas jornadas de puertas abiertas que, precisamente, acababan el domingo.
Creo que llegamos sobre las once, casi una hora antes de que se abriesen las puertas, y ya había algo de cola para entrar. Había gente de todas las edades, por lo que los comentarios durante la espera iban desde las óperas y zarzuelas disfrutadas hace años y de cuando el Guiniguada corría bajo el Puente de Palo y el Puente de Piedra, hasta los posibles musicales que podría acoger en próximas temporadas. A las doce menos diez, la, ya nutrida fila, se impacientaba, pero es que empezaba a llover.
Una vez dentro del Teatro, visitamos los distintos vestíbulos, así como la platea y el segundo anfiteatro, este último, resultado de unir el paraíso con general. Lo cierto es que con esa obra, y pese a una cierta sensación de vértigo, se ha ganado en visibilidad y comodidad.
Gracias a las explicaciones de Leticia, la guía del grupo en el que iba, que intentó resumir al máximo sus explicaciones para que pudiese entrar en el teatro el mayor número de personas en las dos escasas horas de visita, pudimos enterarnos de algunas de las peculiaridades del teatro y de la obra de reforma, como los falsos frescos del véstibulo, ya que son lienzos adheridos a la pared. También es verdad que nos dieron un dvd con la evolución de las obras en el Teatro, pero como me huele a propaganda electoralista, confieso que aún no lo he visto. La sorpresa final de la visita fue poder acceder a la terraza, desde donde se puede contemplar una magnífica vista de toda Vegueta y del no-escalextric.
El único pero, por poner alguno, es que, con la expectación que hubo, sólo cinco días de visita fueron pocos. Prueba de ello es la cola que se veía desde la propia terraza y que, con dos grupos dentro del Pérez Galdós, llegaba hasta el Monopol. Por lo demás, ya es hora de disfrutar de uno de los teatros más modernos de España y, le pese a quien le pese, el mejor de Canarias. Ahora, sólo falta que la programación acompañe y que la política no se meta más de lo que lo ha hecho en la gestión del teatro. En este punto, comprenderán que me permita ser bastante escéptico.
chicharreros k no boten