El torito elevador
Cuando lo vi por primera vez, un par de días después de mudarme, me acordé de Himar, mi primo pequeño. Hace casi un año y medio, estaba a punto de cumplir los tres años y me lo imaginé subido encima de uno. Siempre, incluso antes de aprender a andar, le han encantado los coches. Bueno, realmente le gusta cualquier cosa que tenga ruedas o un volante.
Desde entonces me propuse sacarle una foto, pero hasta ayer no lo hice. Unas veces era porque no llevaba la cámara encima, otras porque había demasiada gente alrededor y me daba cierta vergüenza y, la mayor parte de ellas, porque iba con demasiada prisa. Pero anoche, cuando volvía del trabajo a casa, por fin, conseguí fotografiarlo.

Lo cierto es que hacía un par de semanas que no lo veía, así que al encontrármelo justo antes de doblar la esquina, decidí desafiar la amenaza de lluvia y los cinco grados que marcaba el termómetro, y sacar la cámara de la mochila y mis manos del abrigo de los guantes.
Mereció la pena pasar un poquito de frío por ver la cara de Himar cuando le enseñe el ‘torito’, casi de juguete, que vive un día sí y otro también en el techo del furgón. Si fuera él, yo querría uno.
jajajjajaja… oye, oye, oye…. esta foto es candidata a salir en laSexta de nuevo jajajajajajajajaa…. qué bueno jajajajaj
No te preocupes, que la he pasado por el Photoshop para bajarle la resolución y evitar tentaciones televisivas. 😉