A bordo de un A380
Esta semana que ya agoniza estuve en Múnich durante unas pocas horas. O, casi mejor, debería decir que estuve en su aeropuerto, ya que desde que aterrizamos, en torno a las ocho y media de la tarde del martes, hasta que volvimos a despegar, el miércoles a las 19:10, no me alejé del recinto aeroportuario ni para ir al hotel. Al menos por tierra.

El Airbus A380 "Munchen" de Lufthansa.
Porque, por aire, tuve la suerte de formar parte del pasaje de uno de los dos vuelos benéficos con los que la compañía aérea Lufthansa estrenó su segundo Airbus A380, bautizado con el nombre de München y que sobrevolaron los Alpes.
A pesar de lo apretado del programa –a la llegada, cena con representantes de la compañía y resto de la prensa internacional y una completa agenda de presentaciones y charlas acerca del nuevo avión, además del vuelo propiamente dicho, tuve tiempo de probar alguna que otra cerveza alemana y de introducirme en el complejo mundo de las salchichas. Supongo que ir hasta Alemania, aunque sólo sea a un aeropuerto, y no hacerlo debe de ser pecado.
Del avión, me quedo con lo que impone, dadas sus grandes dimensiones. Aunque reconozco que impresiona más cuando estás a pie de pista –tuvimos la suerte de bajar al parking y fotografiarlo– que desde la sala de embarque, donde ocupaba cuatro puertas con sus correspondientes fingers para él solito. También destacaría lo silencioso que es, tanto en comparación con otros aparatos como en términos absolutos. Iba sentado unas pocas filas por delante de las turbinas y apenas se escuchaba nada.
Del vuelo, sin duda el plato fuerte del día, destacaría que fue una auténtica fiesta en la que participamos tanto los pasajeros como la propia tripulación. En cierto modo, me recordó ese halo de liturgia que tenía el acto de volar hasta finales del siglo pasado y que el abaratamiento de los billetes se encargó de hacer desaparecer.
Aunque, sin lugar a dudas, lo más emocionante del viaje fue una pasada rasante sobre la pista de operaciones del aeropuerto Wolfgang Amadeus Mozart, en Salzburgo. Sentir cómo esa inmensa mole desciende, sobrevuela la pista y se vuelve a elevar es algo indescriptible e inolvidable. Si levantó la misma expectación entre los trabajadores del aeropuerto austriaco que entre los del alemán, supongo que no tardaremos en ver circular vídeos de esa maniobra. Y merecerán la pena.
Para no extenderme más –después de casi una semana sin escribir, creo que ya está bien por hoy–, les invito a que lean cómo fue el resto del vuelo en la crónica que escribí para la edición digital de ABC.
Y concluyo diciéndoles que me fui de Múnich con la única magua de no haber podido visitar la cabina del piloto tras el vuelo, actividad con la que acababa el programa para la prensa. Aterrizamos casi a las siete y el vuelo para Madrid salía apenas diez minutos después, desde la otra punta de la terminal. Por eso, Lufthansa tenía un cochecito en la puerta de desembarque del A380, esperando para llevarnos hasta el embarque del vuelo a Madrid, donde (casi) sólo estaban esperando por los tres periodistas españoles.
En cualquier caso, mentiría si dijera que no me lo pasé bomba recorriendo la Terminal 2 a toda velocidad, convertido en el centro de atención del resto de viajeros, que miraban cómo un alemán medio loco se dedicaba a gritarles que se apartaran. Créanme si les digo que en más de una ocasión pensé que atropellábamos a alguien, además de verme dentro de una tienda de Bulgari, con cochecito y todo.
¿No se lo creen? Pues vean el vídeo.
Volar en el 380 es algo espectacular, la cosa es que cuando te pasan 18 horas dentro de uno les pillas hasta un poco de tirria, pero si llego a haber volado a Nueva Zelanda en un 346 de Iberia me habría cortado las venas por el cabina.
Sobre lo que comentas del glamour de volar en Singapore Airlines todavía existe, yo no sé porqué la gente defiende tanto a Iberia… para mi las diferencias entre Iberia y Ryanair son casi imperciptibles…
«BVLGARI», Ruymán, «Bvlgari», que como la Lomana te lea… jaja
Esto sí que es un viaje relámpago! jaja
Bueno, ya se sabe que en Alemania no hay límites de velocidad… XD
@Kailos, en un A380, por el tipo de avión que es y las rutas que cubre, es fácil conservar ese «glamour». Comparar Iberia con Ryanair no sé yo… a mí ninguna azafata de Iberia me ha ofrecido números de lotería. Todavía. 😛
@Eowyn, ¿pero la Lomana lee?
@D’Hubert, y si hay prisa, menos 😉
En Iberia hace tiempo que no viajo pero el otro día volando de Nueva York a Madrid con Air Europa me querían cobrar por una Coca Cola!!!!!!!!
@Kailos, pues en el vuelo Madrid-Múnich (y Múnich-Madrid) de Lufthansa siguen dando de comer gratis. En cualquier caso, según tengo entendido, en las líneas transatlánticas no pueden cobrarte por la bebida.
Cosas que no entenderé en la vida en un MAD-MUC te dan de comer en LH, pero en un BCN-TFN que son tres horas y pico no te dan ni una fanta…
Ufff, para que los pelos se te pongan de punta…
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Airbus/A380/aterriza/emergencia/Singapur/sufrir/fallos/pleno/vuelo/elpepuint/20101104elpepuint_4/Tes
@Eowyn, calla, calla, que entre esto y el rescate de esto, llevo todo el día liado con el dichoso incidente del Airbus.