Balance
«Y en el reloj de antaño como de año en año
Cinco minutos antes de la cuenta atrás
Hacemos el balance de lo bueno y malo
Cinco minutos antes de la cuenta atrás»
Mecano, Un año más.
La de hoy es una entrada larga y obligada, de esas tan personales que sé que me voy a arrepentir de haber escrito (a bordo del A340 de Iberia que me devuelve a Gran Canaria) en el mismo instante en el que pulse el botón de publicar. Pero también sé que me arrepentiría mucho más si no la escribiera. Porque, como cada 31 de diciembre, llega el momento de hacer balance, con todas sus consecuencias, del año que concluye.
En líneas generales, no puedo quejarme de cómo me ha tratado este 2010. Creo que no exagero si digo que ha sido un buen año, sobre todo si lo comparamos con el anterior. Como ya conté en su día, lo empecé en un Madrid nevado, con un contrato de trabajo para ejercer una de las, a mi juicio, mejores profesiones del mundo.
Gracias a ello, he tenido la oportunidad de volver a vivir doce apasionantes meses en la redacción de un gran medio de comunicación, esta vez dedicado a intentar explicar los avatares de la maltrecha economía española, y en la que no sólo tuve tiempo para contar los ataques a la deuda española, los recortes del Gobierno, la subida del IVA o dos crisis causadas por los controladores aéreos, además de vivir una mudanza en la redacción y el lanzamiento de un nuevo diseño en el papel y la web, junto con la incipiente integración de ambas redacciones, sino que también acabé escribiendo para secciones tan dispares como Sociedad o Deportes (1 y 2). Y para la web. Siempre la web.
Pero, sobre todo, tuve la inmensa suerte de tener a unos grandes compañeros (algunos de los cuales son ya también amigos y no diré quiénes, porque ellos ya lo saben) de los que he aprendido muchísimo. Porque el aprendizaje es constante. Estoy convencido de que durante este año me he equivocado en muchas ocasiones, pero equivocarse y aprender de los errores es también una parte muy importante del constante proceso de aprendizaje vital.
Además, este 2010 me permitió reencontrarme con viejos (y buenos) amigos y conocer a muchas personas con cosas muy interesantes que contar, gracias, por poner algunos ejemplos, a mi colaboración en la organización de Café&Periodismo, a las jornadas de AERCO en Canarias7 o a un fantástico fin de semana en Sevilla, en el que asistí a mi primer EBE.
Sin embargo, en este agonizante 2010 no todo podía ser bueno. Porque 2010 fue también el año en el que el Banco, la empresa a la que dediqué cuatro años, diez meses y cinco días de mi vida, decidió que no contaba conmigo y me despidió tras cumplirse los cuatro años de excedencia voluntaria que me concedió en octubre de 2006.
Para ser justo, tengo que reconocer que el despido no me cogió por sorpresa. Entraba dentro del guión previsto y, además, en todo momento reconocieron su improcedencia, por lo que (como no podía ser de otra forma) me indemnizaron conforme a la Ley. No puedo guardarles rencor. Gracias al Banco, he podido hacer mucho de lo que he hecho y, en parte, soy lo que soy gracias a ellos, puesto que, sin pretenderlo, me dieron el último empujón para que luchara por mis sueños.
Pero cinco años son muchos años y uno no puede evitar pensar que en circunstancias normales una empresa no dejaría escapar el talento que tiene en su plantilla; que siempre preferirá contar con personas cada vez más y mejor preparadas y, encima, formadas en la Casa, antes que recurrir a profesionales de fuera. Pero olvidaba que estamos en España y, por muchas grandes multinacionales que tengamos, aquí (por desgracia) las cosas no funcionan así.
Me quedé sin red. El salto que inicié en octubre de 2006, ahora sí, se ha convertido en un salto al vacío. Pero no me arrepiento de haber saltado. Ni siquiera ahora que 2010 acaba justo al contrario de como comenzó: regresando a Gran Canaria el mismo día que expira mi contrato de trabajo.
2011, por tanto, será el año de volver al mercado, de seguir luchando para abrirme camino en el mundo de la comunicación, ya sea en medios, gabinetes de comunicación o en el mundo de las redes sociales; en Madrid, en Gran Canaria o donde quiera que sea necesario acudir. Será, seguramente, el año de retomar viejos proyectos personales. Si en 2010 publiqué mi primer cuento, quién sabe si el próximo no será el año en el que, por fin, me siente a escribir esa novela a la que llevo tanto tiempo dando vueltas en mi cabeza y esbozando en un cuaderno.
Será, eso sí, un año duro, pero ¿qué año no lo ha sido hasta ahora? Y, francamente, tampoco me enfrento a nada que no haya superado antes.
¡Feliz 2011 a todos y buena suerte!
[Fotografía del reloj de la Puerta del Sol de hermenpaca/Flickr]
Pues eso, nadie dejo que las cosas fueran a ser fáciles. Así que mucho ánimo y ya verás como 2011 es tu año.